21/6/10

Verde carballo, verde ameneiro...

Ayer fue un día de viajes provincia arriba, provincia abajo... Por la mañana acudí a Oseira con mi padre: La Coral de Ruada, por la que acaba de fichar, celebraba su fiesta anual; y él debutaba cantando durante la Misa. No recordaba haber estado nunca en el monasterio, bien acantonado en la Serra da Martiñá; y ciertamente lo poco que pude ver invitaba a volver con más pausa, a visitar al menos la famosa antigua sala capitular (la "sala de las palmeras"), de ornamentadísimas columnas y bóvedas.
Después de comer fui con mi madre hasta la aldea, a visitar a mis abuelos y a abrir un rato la casa, que siempre viene bien. En la finca nos llevamos una buena alegría: siempre hemos tenido bastante mala fortuna y mano con los frutales, pero este año uno de los cerezos para variar estaba adornado por una carga de cerezas nada desdeñable, de la que liberamos gustosos al árbol. Serían a ojo de buen biólogo como 6 Kg, que a estas horas son ya bastantes menos...
Cuando esta tarde coja de nuevo el Talgo y el paisaje vaya poco a poco agostándose, y el verde que quede sea el verde grisáceo y mate de jaras y encinas, supongo que me acordaré del verde fresco de aquí arriba, y del blanco y el magenta de saúcos y dedaleras, avanzadilla del San Juan. Mis sentimientos son bastante poco rosalianos en este sentido, pues estoy encantado de vivir en Madrid y de trabar amistad con los castellanos de Castilla; pero imagino que, por mucho tiempo que pase, el paisaje en el que uno ha crecido siempre acaba tirando...

1 comentario:

Javi Pato dijo...

Algo de morriña, eso es innato en tdo gallego. Señorito madrileño. ;D
Bonitas verbas de tu tierra natal, pero la traición "empadronamiento" sigue ahí. jajaja