Si hace casi tres años nos alegrábamos aquí con el redescubrimiento del carricero piquilargo, podemos ahora festejar de nuevo el que se haya encontrado en unas perdidas montañas afganas el área de cría de esta desconocidísima especie…
Afganistán es un país que por exigencias del guión no estaba muy disponible para realizar estudios científicos de ningún tipo. Ahora que, al menos, se puede entrar (salir ya es otro asunto), toca entre otras muchas cosas ver qué queda en pie de la naturaleza del país que sea conveniente proteger. Otras regiones no tienen de momento esa “suerte”; por seguir con el tema de los pájaros, echándole un ojo a las fichas de las especies amenazadas de Somalia resulta desalentador leer en todas párrafos que vienen a decir “creemos que esta especie está muy mal; pero como allí no hay quien se arrime, pues que queden con Dios…”
Podría parecer una pérdida de tiempo y dinero dedicar esfuerzos a la conservación en estos países asalvajados donde por un lado las garantías de que un espacio protegido se respete son mínimas y por otro la población local seguramente está más que necesitada de toda la ayuda posible; pero mientras el país no cuente con sistemas de gestión propios alguien tiene que velar por conservar su patrimonio, incluido el natural. Si no, otros tomarán la iniciativa. Y regiones como las marismas del Tigris y el Éufrates tan golosas para la industria petrolífera, tras haber sido quemadas y envenenadas por Saddam, estarían ya ahora fuera de control en manos de empresas extranjeras.
Por cierto, si sentís curiosidad por leer una crónica de la última guerra de Irak a través de los ojos de un pajarero, podéis echarle un vistazo al blog Birding Babylon…
Afganistán es un país que por exigencias del guión no estaba muy disponible para realizar estudios científicos de ningún tipo. Ahora que, al menos, se puede entrar (salir ya es otro asunto), toca entre otras muchas cosas ver qué queda en pie de la naturaleza del país que sea conveniente proteger. Otras regiones no tienen de momento esa “suerte”; por seguir con el tema de los pájaros, echándole un ojo a las fichas de las especies amenazadas de Somalia resulta desalentador leer en todas párrafos que vienen a decir “creemos que esta especie está muy mal; pero como allí no hay quien se arrime, pues que queden con Dios…”
Podría parecer una pérdida de tiempo y dinero dedicar esfuerzos a la conservación en estos países asalvajados donde por un lado las garantías de que un espacio protegido se respete son mínimas y por otro la población local seguramente está más que necesitada de toda la ayuda posible; pero mientras el país no cuente con sistemas de gestión propios alguien tiene que velar por conservar su patrimonio, incluido el natural. Si no, otros tomarán la iniciativa. Y regiones como las marismas del Tigris y el Éufrates tan golosas para la industria petrolífera, tras haber sido quemadas y envenenadas por Saddam, estarían ya ahora fuera de control en manos de empresas extranjeras.
Por cierto, si sentís curiosidad por leer una crónica de la última guerra de Irak a través de los ojos de un pajarero, podéis echarle un vistazo al blog Birding Babylon…
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