25/11/13

"Tiritas p'a este corazón partío..."

 En el jardín de Forestales, por el que pasamos para ir a la cafetería a media mañana y a comer (y a veces a media tarde también...), crece un madroño bastante grande, que como corresponde a la temporada está ahora cargadito de frutos. La pena es que ya me he comido todos los que estaban al alcance de mis brazos...

Éste no es el de Forestales, sino uno de Mallorca...
A pesar de su lugar destacado en el escudo de la ciudad, la verdad es que la región de Madrid no se prodiga demasiado en madroñales. Esto es así porque el madroño, pese a ser un arbusto mediterráneo, necesita como el alcornoque un grado de humedad relativamente alto, por lo que es más frecuente cuanto más al W-SW peninsular. De hecho es un arbusto relativamente abundante en los montes que rodean Orense; al menos en aquellos que el fuego no se ha encargado de sembrar de mimosas... supongo que esta "asimilación" infantil de los madroños, esa forma de asociarlos a los magostos y demás, explica que aunque tampoco es que sean el no va más, la verdad es que los madroños me chiflan; y por su culpa estuve una vez a punto de tener el corazón partío... sucedió en el otoño de 1997: 1º de BUP (3º de ESO, sería ahora), sábado por la mañana. Estaba con dos compañeros de clase haciendo un trabajo de Naturales, consistente en tomar medidas de perfiles geológicos, cuando acertamos a pasar junto al colegio. Con la misma y sin pensármelo mucho, me encaramé a la verja para coger unos cuantos madroños de un arbusto (bastante raquítico, por otra parte) que asomaba sobre la misma. y con la misma también, ya que la verja estaba húmeda y el espacio entre barrotes era pequeño para meter el pie entero, resbalé; y al caer una de las puntas de lanza de la parte de arriba le hizo una visita a mi pecho, dejándome una herida bastante fea (cuya cicatriz aún se ve hoy perfectamente) justo a las puertas del cielo... 
Qué importante es andar por la vida bien confesado. La cosa no fue más allá, por suerte; y creo que al llegar a casa no dije nada, me puse un par de tiritas y me deshice subrepticiamente de la camiseta rajada. Y seguí comiendo madroños.

2 comentarios:

Sonia dijo...

Madre mia... Para haberte quedado ensartado como un pincho moruno de Antón.

Antón Pérez dijo...

Ya ves, ¡a punto estuviste de quedarte sin mí! :-p Para que me valores como merezco, jeje...