1/11/12

Algo que contar

 Todos los Santos; os escribo desde Orense. El viaje ayer no dio para grandes proezas creativas, me temo: cada vez dura menos y se me hace más pesado... Contaba con que la Sierra, que estrenaba chal blanco hace un par de días, me inspirase algo medianamente poético; algo cuya vivacidad trascendiese las puras letras... pero me salté la Sierra enmimismado en mi siesta, ¡qué se le va a hacer! Y después, buscando esmerejones recién llegados por los campos de Castilla, el sol se dio a la fuga demasiado deprisa, el muy maldito...
¿Qué contaros, pues? Bueno, por ejemplo que la editorial Lynx Edicions ha fallado los premios del primer concurso de fotografía de aves HBW; aquí podéis ver las imágenes agraciadas. La ganadora tiene una belleza y una fuerza difíciles de describir; pero si me arriesgo a recibir una denuncia colgando una foto que no es mía como la de abajo (sino de Cornelius Foley, de Singapur); una foto que no ha ganado nada más que una "mención especial", es porque lo más curioso de la foto es precisamente lo que no se ve: el instante previo.
Un abejaruco barbirrojo Nyctyornis amictus con un lagarto en el pico. La imagen, soberbia; nada que reprochar. ¿El "problema"? Que los abejarucos capturan sus presas al vuelo, y las lagartijas no vuelan. ¿La solución? Que esta lagartija vuela: por algo es un dragón volador. ¿El abejaruco ha tenido el inmenso acierto de trincar al vuelo una lagartija? Eso parece... lo que habría dado yo por estar delante.

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