4/2/13

Ampelis yonkis (Cantabria Infinita, 1 de 3)

Pestvogel; "aves de la peste", se llaman en holandés, por aparecer normalmente solo en lo más crudo del invierno, cuando la enfermedad se hacía fuerte entre los centroeuropeos medievales. Waxwing; "alas de lacre", en inglés, un nombre mucho más bonito que hace alusión a las prolongaciones carmesíes de sus plumas secundarias y rectrices. La Svensson añade al texto de la especie una pincelada biológica, comentando que a veces comen en invierno bayas fermentadas que los dejan medio intoxicados (ebrios, realmente); pero que tienen un hígado especialmente grande y dotado para eliminar estos residuos de sus días de farra...
... Y en español se llaman ampelis; y en el idioma de mis monólogos, algo demasiado bonito como para ser verdad. Mañana; mañana ya os contaré qué tal se nos ha dado por Santoña y demás parajes de la costa cántabra (un avance: no mal), pero primero me gustaría que intentaseis imaginaros la alegría de niño en noche de Reyes que experimenté al enterarme por Internet, la noche del jueves, de que había no un ampelis, sino ¡seis! en un pueblo a media hora escasa de donde nos íbamos a quedar a dormir. Los ampelis crían en la taiga y en invierno se mueven poco; se quedan como mucho por Gran Bretaña y Centroeuropa, y son escasos ya en el norte de Francia. Así que podréis imaginaros que en España son raros, muy raros. No se ven ni de lejos todos los años, pero este invierno está siendo excepcionalmente bueno, con citas de aves aisladas o parejas en Lleida, Asturias, Navarra y Salamanca. Pero nunca jamás seis; seis pedazo de bichos como los que aparentemente llevan una semana poniéndose las botas con las bayas de los aligustres del jardín de la discoteca Palacio, en Ramales de la Victoria.
Y en Ramales nos plantamos el sábado por la mañana, mirando ansioso desde fuera del jardín a los árboles del mismo, acompañados por un número variable de observadores. Y por un viento endiablado. Y por la lluvia torrencial a ratos; y por el granizo cuando no llovía. Y pasaban los minutos, y los bichos se hicieron de rogar. Pero terminaron por aparecer (cinco), y se dedicaron a seguir comiendo bayas de un árbol que asomaba directamente sobre la calle, para que veáis qué majos ellos. Aquí os enlazo una foto, no de "un ampelis", sino de uno de los ampelis de Ramales, una hembra, uno de los que estaba yo viendo hace escasas horas... y seguro que pronto puedo colgar alguna foto propia :-) Al tiempo.

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